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WebLog de Fernando Fraga

Modelos del pasado II

Modelos del pasado II

Y todos se preguntarán como resolvimos el incidente crítico-disciplinario que comentamos ayer.

Primero los antecedentes. Veinte minutos, repito, veinte minutos mirando para un aula esperando para poder empezar la clase de música. Risas, chistes, intercambio de libros, juegos, ... alcanzando una dimensión grotesca. Todo ante nuestros ojos y aguantando las ganas de soltar un grito que hiciera temblar el aula. Y mientras, la alumna de prácticas sin dar crédito a lo que estaba sucediendo.

Decido no intervenir y analizar conjuntamente con ella la situación. Nos preguntamos que puede estar pasando, que razones puede haber detrás de ese comportamiento. ¿Será la asignatura, que sigue siendo una “María”? ¿Será que estamos en otra aula? ¿Será nuestra situación respecto al alumnado? ¿Será la ausencia de tarima (un aula en niveles con el profesor en el más bajo)? ¿Será mi incompetencia?

Ante esta situación discutimos soluciones. Establecemos un diálogo hipotetizando cual será la mejor solución (y el problema seguía ante nosotros). Y es aquí cuando surgen esos modelos del pasado como potenciales soluciones. En lugar de pasar directamente a la acción analizamos y reflexionamos sobre nuestros pensamientos. ¿Qué harías tú?, le pregunto a la alumna de prácticas. ¿Qué hacían tus profesores? ¿Cómo arreglaban esto? Rápidamente me contesta: un examen sorpresa. Seguimos analizando la situación. Es una posibilidad.

¿Qué profesor viene a tú mente? ¿Qué hacía en estos casos? ¿Qué hacemos nosotros ahora? ¿Podría funcionar?

Y aquí viene lo terrible de todo esto. Ella parece bloqueada ante la situación, no sabe que contestar. Tomo la iniciativa y le digo lo que pienso. Le recuerdo el profesor que comenté en el post anterior. Ese que era duro y exigente. Ese que no se movía de su tarima y que cuando lo hacía era para pegar un par de sopapos bien dados. Recuerdo todo como un ritual escrito a fuego en mi mente.

Y nos preguntamos de nuevo...¿Podría funcionar?

Sabiendo perfectamente que esa no es la forma de solucionar el conflicto, y como si de una investigación se tratara, hacemos la prueba y ponemos en marcha el modelo interiorizado, redescubriendo su fuerza. Lo comentamos e insisto en preguntarle a ella si cree que funcionará. Tiene dudas.

Rápidamente tomo una baqueta de madera y doy dos fuertes golpes en la mesa. Se hizo un silencio absoluto y todo se detiene como en una foto fija. Tomo un papel y llamo por orden de lista al número 1. Le pido el trabajo pendiente y lo evalúo en el momento delante de todos sus compañeros. Sigue el silencio. Sigo llamando de cinco en cinco: número 5, 10, 15... y rompo la secuencia llamando al 19. Aumenta el nerviosismo al ver que esto se ha vuelto aleatorio. Los llamo y amenazo con “suspensos”, con llamar a sus padres, con... Ahora soy yo el que manda, el que domina la situación. Tengo mi pequeña dictadura en el aula, y me siento cómodo. Todo bajo control.

Es terrible. Funciona. Y aquí es donde viene el gran problema. Sí, hemos conseguido solucionar un incidente a partir de nuestro pasado y no de nuestra formación como profesores.

¿Qué impide que lo sigamos haciendo con el resto de problemas que surjan en el día a día?

4 comentarios

carlofer -

La semana pasada viví una experiencia parecida. A 6ª y última hora con un grupo bueno de 3º de ESO. Día soleado, justo antes de estas lluvias. La primavera empieza a alterar la sangre. Ya en la puerta de la clase me reciben algunas alumnas diciéndome que no tienen ganas de dar clase, que los saque al patio, que hace muy buen día, y que podemos estudiar geografía al aire libre. Por dentro, mi otro yo, me dice que no estaría mal, que a mí tampoco me apetece encerrarme en el aula, pero rápidamente me corrige mi yo formal y mando a todos a dentro del aula. ¡Vaya follón!, No hay quien los siente. Risas, gritos. empujones. Los pensamientos se me agolpaban en mi cerebro. ¿Cómo salgo de esto? ¿Qué puedo hacer? Me acuerdo de lo callados que estábamos nosostros en clase y el peligro del reglazo o el capón. Me niego a gritarles. Me duele la garganta y el pecho. Creo que estoy al borde de un ataque de nervios. Control. Pasan los minutos. Hago gestos de apaciguamiento con la mano e indicaciones mudas de que se calmen y se sienten. Por fin puedo hablar, pero ya no se que decirles. Tenía que explicarles La Unión Europea. Quién tiene ganas. Les recuerdo que las notas también reflejan el comportamiento. Nueva algarabía. Pero, si ya se habia calmado la situación. Para colmo, una niña algo descarada le suelta a su compañero un T.P.M. a voz en grito. Todos se quedan perplejos por el grito. Hay risitas. Llamo al profesor de guardia para que la recoja y la expulso de la clase. Ahora se callan todos, ¿por el grito desaforado del insulto? o ¿por mi acción?. Quedan 15 minutos de clase. Les digo \"encender los ordenadores y buscar información sobre una ONG: objetivos, actuaciones, ámbito geográfico de trabajo. Es una actividad improvisada. En menos de 10 minutos está terminada, (menudo bodrio de actividad) y toca el timbre. Salen todos muy tranquilos y sin gritar. Yo estoy agotado, y me siento en la silla del profesor y me quedo un par de minutos reviviendo la hora de clase y con un gran sentido de frustración. Aunque conseguí que se apaciguaran. Pero eso era suficiente...Hummm. Creo que despues de todo, ellos llevaban razón y a mi me pudo el miedo al cambio y a irme a un terreno desconocido para mí. El patio. Visitadme en http://profesorcarlofer.blogspot.com

Adriana -

Hay un grupo que está haciendo un blog de prácticas que son de Lenguas Extranjeras. Puedes mirarlo en http://marinhagarcia.blogspot.com/
Marina fue alumna del año pasado.
Adriana

alfonso -

Sin duda me estoy viendo. Aunque estoy de prácticas me gusta la idea de estar solo ante el peligro, y hoy ha sido todo el día. Fue algo que no entraba en mis planes y por tanto, no tenía programado nada especial, algo que se saliera de lo habitual. Y reconozco que me reflejo en las medidas tomadas para hacer ver mi autoridad en lo que tu describes arriba. Hoy les he puesto unos cuantos ejercicios de premio. Como bien dices, funciona, y es útil, pero mi sueño no es verme así en el futuro. Además suelo pensar, que estos no son mis alumnos, los he tomado prestado en prácticas.

Anónimo -

Yo tuve profes de esos. Recuerdo el secundario, su mirada por la libreta nos hacía temblar. No importaba si habías estudiado, siempre preguntaba algo para pillarnos, para mostrarnos su poder, para decirnos, no vale lo que sabes, lo que has hecho, yo te tengo en mis manos.
También tuve otros que entraran o no a clase daba igual. Su presencia pasaba totalmente desapercibida. No eran capaces de organizar mínimamente el aula para ponernos en situación de aprender. No ofrecían ninguna posibilidad. Eran incapaces de proponer algo interesante, y sólo se quejaban o llamaban al director cuando ya no podían aguantar más la situación porque era insostenible.
Y otro tipo de profes eran aquellos que su sola presencia nos ordenaba, porque lo que había era interesante, nos abría caminos. Recuerdo uno de matemáticas (que no era lo que más me gustaba) que nos ofrecía una perspectiva diferente de las cosas, nos desafiaba a pensar en lo que estábamos haciendo y disciplinaba nuestras mentes hacia el trabajo. No era por miedo, sino por gusto ¿masoquismo?
Adriana